Un entrenador tiene que saber perder y tiene que saber ganar. Y Guardiola hace las dos cosas. El gesto/detalle que tuvo ayer, fue una nueva goleada a equipos como el Real Madrid. Un 2-6 mucho más contundente. Cuando en la 'casa blanca' se investigan las cuentas del club y los votos de las últimas elecciones, cuando Florentino Pérez anunciará nombres 'galácticos' como Kaká la próxima semana, Pep marcó un nuevo gol. ¡Y qué gol! En el Olímpico de Roma había muchos jugadores en el terreno de juego y muchos jugadores en el banquillo. Cualquiera podía salir. Pero el míster lo escogió minuciosamente, tal y como hace con todo. Iniesta y Pedrito. Salía del campo un 'niño' que ha crecido en la Masía, un chaval que encontraron en Fuentealbilla y que lo han convertido en el mejor futbolista del mundo hoy por hoy (y no lo digo yo, lo dice Rooney, por ejemplo). Entraba un 'chicharrero' de apenas 22 años; no procede del Milán ni del Arsenal sino del CD San Isidro.
Y en el once inicial había mucho más. Un tal Sergi Busquets y uno llamado Gerard Piqué (procedente del Manchester). Todo un equipo orquestado por Xavi y liderado por Puyol. ¿Qué es esto? Mucho más de lo que parece.
El propio entrenador. ¿Quién es? Como jugador todo, como técnico nada (hasta ahora, claro). Un 'enfermo' del fútbol que ha estado entrenando a la cantera antes de pasar al primer equipo. Monje antes que fraile. Marinero antes que capitán. Un tipo que durante todo el año no ha concedido ni una sola entrevista. No se ha paseado por tertulias buscando protagonismo, no ha montado ningún bolo en las ruedas de prensa. Él ha entrenado. Punto. Y cuando ha habido conflicto los ha solucionado de la mejor manera posible: sin que se entere nadie. Porque ha tenido muchos 'pollos' en el vestuario durante el año pero no ha salido ninguno a la luz. Los futbolistas clásicos siempre tuvieron una ley no escrita: los trapos sucios se lavan en casa. Y Pep, antes que entrenador fue futbolista. Él sabe qué se cuece entre perfumes caros y botas de diseño.
El cambio que introdujo ayer en los minutos finales fue una declaración de intenciones. Expuso su proyecto y presumió del mismo. Pep Guardiola le dijo al mundo que cree en el fútbol y cree en los futbolistas por encima de cualquier talonario en blanco. Y es que cuando hay un proyecto deportivo y cuando se mima esto que algunos ya no llaman fútbol, sino que tachan de negocio, se alcanzan los mayores éxitos profesionales. Y no sólo 3 títulos, sino que un madridista como servidor esté con el sombrero en la mano rindiendo pleitesía a su eterno rival. Ayer aplaudí el gol de Etoo y el gol de Messi. Ayer me puse en pie con el cambio de Guardiola. Visca el Barça, Visca el fútbol.
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