jueves, 28 de mayo de 2009

¿Qué 'pintó' Pedrito?

Las grandes finales se definen por los pequeños detalles. El Barça-Manchester no lo decantó el gol de Etoo ni el gol de Messi. Lo definió el cambio de Guardiola en el minuto 90. Esa fue la clave.
Minuto 90 de la Final de la Liga de Campeones. 2-0 en el marcador y apenas 3 ó 4 minutos más por jugar, por disfrutar, por gozar en el Olímpico de Roma. El partido estaba hecho, la Copa estaba en las vitrinas del Camp Nou. Cualquiera, desde el banquillo blaugrana, puede despistarse porque son humanos, porque significa mucho más de lo que parece aparentemente. Empezar de recoge pelotas y terminar como entrenador de tu equipo y levantando el máximo título futbolístico, es demasiado. Pero Pep Guardiola volvió a sorprendernos. Este 'tipo' es bueno hasta en los cambios. ¿Qué hizo? "Pedrito, quitate la sudadera que entras al campo".
Un entrenador tiene que saber perder y tiene que saber ganar. Y Guardiola hace las dos cosas. El gesto/detalle que tuvo ayer, fue una nueva goleada a equipos como el Real Madrid. Un 2-6 mucho más contundente. Cuando en la 'casa blanca' se investigan las cuentas del club y los votos de las últimas elecciones, cuando Florentino Pérez anunciará nombres 'galácticos' como Kaká la próxima semana, Pep marcó un nuevo gol. ¡Y qué gol! En el Olímpico de Roma había muchos jugadores en el terreno de juego y muchos jugadores en el banquillo. Cualquiera podía salir. Pero el míster lo escogió minuciosamente, tal y como hace con todo. Iniesta y Pedrito. Salía del campo un 'niño' que ha crecido en la Masía, un chaval que encontraron en Fuentealbilla y que lo han convertido en el mejor futbolista del mundo hoy por hoy (y no lo digo yo, lo dice Rooney, por ejemplo). Entraba un 'chicharrero' de apenas 22 años; no procede del Milán ni del Arsenal sino del CD San Isidro.
Y en el once inicial había mucho más. Un tal Sergi Busquets y uno llamado Gerard Piqué (procedente del Manchester). Todo un equipo orquestado por Xavi y liderado por Puyol. ¿Qué es esto? Mucho más de lo que parece.
El propio entrenador. ¿Quién es? Como jugador todo, como técnico nada (hasta ahora, claro). Un 'enfermo' del fútbol que ha estado entrenando a la cantera antes de pasar al primer equipo. Monje antes que fraile. Marinero antes que capitán. Un tipo que durante todo el año no ha concedido ni una sola entrevista. No se ha paseado por tertulias buscando protagonismo, no ha montado ningún bolo en las ruedas de prensa. Él ha entrenado. Punto. Y cuando ha habido conflicto los ha solucionado de la mejor manera posible: sin que se entere nadie. Porque ha tenido muchos 'pollos' en el vestuario durante el año pero no ha salido ninguno a la luz. Los futbolistas clásicos siempre tuvieron una ley no escrita: los trapos sucios se lavan en casa. Y Pep, antes que entrenador fue futbolista. Él sabe qué se cuece entre perfumes caros y botas de diseño.
El cambio que introdujo ayer en los minutos finales fue una declaración de intenciones. Expuso su proyecto y presumió del mismo. Pep Guardiola le dijo al mundo que cree en el fútbol y cree en los futbolistas por encima de cualquier talonario en blanco. Y es que cuando hay un proyecto deportivo y cuando se mima esto que algunos ya no llaman fútbol, sino que tachan de negocio, se alcanzan los mayores éxitos profesionales. Y no sólo 3 títulos, sino que un madridista como servidor esté con el sombrero en la mano rindiendo pleitesía a su eterno rival. Ayer aplaudí el gol de Etoo y el gol de Messi. Ayer me puse en pie con el cambio de Guardiola. Visca el Barça, Visca el fútbol.

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